La herencia culinaria de mi papá: Lecciones que alimentaron mi vocación
Hoy quiero dar gracias a mi papá por, de alguna manera, haberme guiado a mi profesión. Aprendí de él lo bueno y lo malo.
Que la comida es unión, familia, placer, celebración, ritual. Que el asado de los domingos se come con mucha gente, con música desde tempranito. Que las ensaladas son infaltables. Que las deudas en la verdulería están justificadas con vitaminas y minerales. No importa qué plato sea, siempre verduras en la mesa.
Lo divertido de probar nuevas recetas, nuevos ingredientes, nuevas formas de cocción, nuevos electrodomésticos, aunque al poco tiempo terminarían en un rincón juntando tierra. Investigar, comprar todos los libros posibles o imprimir cientos de hojas sobre alguna dieta nueva. Leer mucho, aprender demasiado, pero aplicar poco y nada. Tener la heladera llena de colores, texturas y sabores. Llevé a cabo su anhelo de estudiar y hacer cursos para ser chef, un sueño frustrado que nunca pudo cumplir. El ritual del jugo exprimido de naranjas cada noche, ¿era bueno o malo? No importaba, era con amor, y eso es lo que cuenta.
Aprendí que los excesos dañan, no importa en qué, por más bueno que algo sea, si abuso me perjudica. Aprendí también a no tragarme las emociones, a hablar temas difíciles, quejarme de las injusticias y actuar para evitarlas, porque si no, a la larga, el cuerpo se enferma. Que hay que ser buena persona, sonreír siempre, aunque estemos rodeados de maldad. Que las pasiones se llevan en la sangre, y que los fanatismos pueden llevar a la muerte. Otra vez, los excesos dañan.
Aprendí por las malas a llevar una vida saludable, porque el sedentarismo, el fumar y el alcohol también matan. Que las adicciones son mis peores enemigas, ya que por genética puedo caer muy fácilmente en ellas.
Hoy decido acompañar, desde lo aprendido en la carrera de nutrición y desde la vida que me tocó vivir, a personas que buscan cambios para una vida mejor. No solo desde la alimentación, sino también desde el manejo de emociones y toma de decisiones. A sumar en pequeños pasitos diarios, el camino hacia el bienestar y amor hacia uno mismo, hacia la vida.
Acompaño en los caminos de sanación, porque es lo que más hago conmigo misma todos los días, como ahora por ejemplo escribiendo esto. Aceptando los obstáculos que se nos presentan, a cerrar puertas y encontrar otras salidas. Entender las muertes que nos toca experimentar de cerca, lo bueno y lo malo de cada persona que pasa por al lado nuestro, o en este caso, los que nos dieron la vida.
Entre tantas enseñanzas, hoy agradezco a mis padres por haberme dado la vida. Ya tocará hablar de mamá, pero hoy solo me centro en la persona que me acompañó por 16 años, haya contribuido o no como se esperaba, o haya cumplido o no el rol de padre ideal, su presencia marcó mi camino.
Sin darme cuenta, lo que soy hoy se justifica por su paso en mi vida. Y no puedo negar que esas enseñanzas me mantuvieron viva, sana, y ahora feliz por haber encontrado mi camino. Honro y agradezco a mi papá, y no me arrepiento de haberlo elegido hace 31 años, en este plano existencial, para ser quien fue en mi vida ♥
¿Qué ingredientes de tu infancia estás usando para cocinar tu presente?
Gracias por leerme ♥
Abrazo de oso (como los que daba mi papá)
Jan



Add comment
Comments